El 80 % de los casos de ictus se puede prevenir modificando hábitos de vida poco saludables y la terapia intensiva mejora el pronóstico de los pacientes.
El ictus es una enfermedad que constituye la primera causa de discapacidad a nivel mundial y un número muy alto de muertes, según datos del Centro Europeo de Neurociencias (CEN). Sin embargo, es una enfermedad altamente prevenible y tratable: más del 80 % de los ictus se pueden prevenir con la modificación de nuestros hábitos de vida ligados a la promoción personal de la salud.
Establecer hábitos de vida más saludables como método preventivo
Los especialistas también resaltan que el tiempo de reacción es fundamental para la correcta evolución y tratamiento de las secuelas que provoca un ictus. Secuelas que, en muchos casos, impiden a las personas afectadas por un daño cerebral llevar una vida autónoma.
Como señalan desde el Centro Europeo de Neurociencias, con terapia intensiva muchas de esas secuelas pueden revertirse en tan solo algunas semanas de trabajo.
El objetivo principal es ayudar a las personas a recuperarse de los daños cerebrales que les pueden impedir andar, hablar, comer y otras actividades.
Secuelas de un ictus
“La terapia intensiva no es aún una práctica muy conocida ni común en la neurorrehabilitación e implica ciertos gastos que muchas entidades no pueden asumir, pero es importante saber que ahí se encuentra una solución”, apuntó el especialista José López Sánchez, cofundador y director técnico de CEN.
Periodista Digital por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Especializada en métricas y creación de contenidos por FOPEA. Estudiante de la Licenciatura en Sociología, UNMDP. He colaborado en distintos medios marplatenses. Actualmente, escribo para la revista Maga y mi blog personal: Despuntar el vicio. Leer y escribir, siempre.+ info